La primera vez que vi a Roberto Franco fue en un bar en el centro de Medellín cerca de la catedral metropolitana, recuerdo que con un grupo de compañeros de la universidad tomábamos cerveza fría mientras charlábamos sin afán al son de las baladas y las canciones de Milanés que Juan pedía a la chica de la barra, que además de “Bar-girl” era la encargada de la música. Hablábamos de tantas cosas por aquella época, especialmente del atentado del 11 de septiembre contra las torres gemelas, pues todavía era septiembre. Oscar, Juan, Wilson, Carlos y yo, éramos cristianos, miembros de una antigua orden religiosa, Camilo y José eran musulmanes y William era un agnóstico librepensador. Wilson de alguna manera se mostraba crítico ante el atentado por acabar con muchas vidas inocentes, sin embargo, procuraba hacer claridad sobre el papel maléfico de los gringos en medio oriente desde los años sesenta y antes; su exposición era brillante, pero al parecer contaba con algunas imprec...
(Por Fernán Tamayo) "Narrativa Crítica"