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"El Terror de un Suicida" (Por Fernán Tamayo)

Cuando conocí a Alberto Sierra habían pasado ya dos años de su intento de suicidio, luego de fracasar en sus negocios, razón de su vida por sobre todas las cosas por aquel entonces. Sabiéndose en la ruina total después de haber tenido una gran fortuna, decidió quitarse la vida cortando las venas de su brazo izquierdo mientras esperaba perder la consciencia acostado en el sofá de su lujoso apartamento de soltero en un prestigioso sector de la ciudad de Cali.

 Inesperadamente uno de sus amigos llegó a buscarle y pudo entrar porque el día anterior Alberto había olvidado unas llaves con un llavero que el dicho amigo logró reconocer. Qué coincidencia. 

Había perdido mucha sangre, estuvo clínicamente muerto durante aproximados 30 minutos según cuentan los médicos, de manera misteriosa sin embargo, cuando ya los médicos se habían dado por vencidos y hasta habían tomado nota de la hora de su muerte, Alberto volvió a la vida estrepitosamente.

 Los médicos no entienden cómo sucedió, menos cuando Alberto les contó que les había visto desde arriba luchar sobre su cuerpo para traerlo de nuevo a la vida y hasta les había escuchado lamentar su muerte, textualmente les repetía sus propias palabras. 

Estábamos en un retiro espiritual, porque a pesar de que antes de su intento de suicidió Alberto siempre había sido un ateo creyente en la ciencia, ahora era diferente, como él mismo decía, ahora sólo tenía dudas. Alberto nos contaba en conversación: -”No me gusta hablar mucho de esto, porque la mayoría de las personas piensan que sólo fue una alucinación y me miran raro, pero lo cierto es que una vez me quedé acostado mientras salía tanta sangre de mi brazo, me encontré de repente en un lugar oscuro, casi ni sentía mi cuerpo, pero sentía ligeramente la sensación de flotar a gran velocidad por un larguísimo túnel oscuro, poco a poco me acercaba a la salida del túnel, hasta llegar y estar de repente en un lugar muy blanco y luminoso, logré ver a mis abuelos que ya habían muerto hacía mucho, venían acercándose a mí cómo a darme la bienvenida, en sus caras se notaban preocupados por mí, de pronto al lado de ellos apareció como una silueta humana muy luminosa, era todo luz, me dio su mano, al tomar su mano y tenerle cerca sentí que era buena aquella luz, no me juzgaba pero sentí que me hizo ver en mi mente de manera muy vívida, muy real, muchas escenas de mi vida, desde que era muy niño hasta el momento de mi suicidio, fue un recorrido por mi propia historia muy rápido, pero muy claro, al final me hizo sentir muy culpable y arrepentido de mi decisión y de lo que había sido mi vida hasta ese momento, comprendí que estaba muerto en ese momento y al ver que en realidad no existe la inconsciencia eterna del eterno sueño de la muerte tuve mucho miedo.

 Sentí entonces, no sé cómo pero pude sentirlo, que la luz tuvo compasión de mí, al igual que mis abuelos que detrás de la luz parecían preocupados por mí, fue allí cuando sentí como si tiraran de mí con fuerza hacia atrás y otra vez me vi cayendo a gran velocidad por el inmenso túnel oscuro hasta estar de nuevo sobre mi cuerpo y ver la escena de los médicos luchando por despertarme hasta rendirse, lamentarse y anotar la hora de mi muerte. 

De repente desperté enseguida y di un grito con un terrible dolor entre el pecho y la espalda y en mi brazo izquierdo, los médicos me socorrieron y logré vivir. Una vez estable, asombrado le conté a los médicos lo que había visto, de inmediato me dijeron que fue una alucinación o un sueño, pero cuando les conté todo lo que hicieron y dijeron durante su lucha por salvarme, se miraron mutuamente y guardaron silencio, sin hablar más del asunto, asombrados por lo que les describía estando inconsciente y a ojos cerrados. 

Ahora estoy muy preocupado, lo único que en realidad anhelaba y anhelo aún es que mi vida acabe enteramente sumida en la inconsciencia eterna, pero me da miedo, me da terror saber que eso a lo mejor no será posible luego de la muerte, que hay algo que nos mantiene como prisioneros, con la consciencia bien despierta, algo que no nos deja morir, no nos dejará descansar jamás el eterno descanso, para a lo mejor seguirnos teniendo sometidos bajo quién sabe qué condiciones de existencia. 

No somos libres ¿Por qué simplemente no nos deja morir de verdad y ya?” –Alberto se nota en verdad preocupado por lo que otras fuerzas quieran decidir sobre su existir, le pide a Dios que le permita en verdad descansar luego de su muerte, pues ya no es ateo, ahora cree en el mundo espiritual, aunque tal cosa le provoca gran frustración y miedo, pues dice estar seguro de que su experiencia fue real, que jamás lo hubiera creído de otro, pero él dice saber lo que vio y lo que pasó. “No somos libres –dice- algo nos tiene atrapados entre este mundo y el otro”.

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